La actividad periodística no es algo aséptico, siempre conlleva una parte humana. El objetivo en sí es la comunicación y esto sólo se da entre las personas; pero si además la actividad que realiza el periodista se centra en la técnica de la entrevista la persona, la relación humana es el eje y fundamento de ese hacer profesional. Esto fue lo que me sucedió con el catedrático de electromagnetismo de la Universidad de Murcia, José Miguel Zamarro Mínguell. Grato encuentro tuvimos en casa de otro gran amigo y colega en las tareas periodísticas, Carlos Losana. El interés de este último para que nos sentásemos a la mesa y le entrevistase era algo especial, siempre me apremiaba para que no dejase pasar tiempo e interrogase a este profesional para recopilar información no sólo en el nivel de conocimientos que podía explicarme, y a su vez transmitir a los lectores de este periódico en la sección de “La Gacetilla, A salto de mata”; sino también para captar el nivel humano de este profesional. Llegó ese momento, hace ahora precisamente un mes nos sentamos a la mesa. El despacho personal de mi colega Losana fue el espacio idóneo para la entrevista. Efectivamente, descubrí a un José Miguel Zamarro con una formación profesional y capacidad intelectual muy extensa y madura, fruto de cuarenta años de trabajo que venía desarrollando en la Universidad “disfruto dando clases, la docencia es lo mío. A mis alumnos intento transmitirles de forma práctica para la vida algo tan difícil de entender como la física” me comentaba el profesor Zamarro. Procedía de Zaragoza, estudió Física en la Universidad Complutense de Madrid y empezó en Murcia con el primer catedrático de Física que se estableció en la Universidad de modo estable, Juan Muñoz, con quien inició la puesta en marcha del Departamento de Física en la UMU. Él figuraba entre los primeros profesionales que impulsó en la Universidad de Murcia la puesta en marcha del Departamento de Física en la Universidad. Había dirigido multitud de proyectos a nivel europeo y también en América Latina. Una parte de sus conocimientos, y centrados principalmente en qué aporta a la vida cotidiana el electromagnetismo se publicaron en aquella entrevista, incluso los aspectos jocosos de su propio apellido, pues no pasaba desapercibido el apellido “Zamarro”, con todas las connotaciones que conllevan. Muchas cosas quedaron en el tintero de aquella entrevista, respecto a su mismo apellido los estudios de que había realizado, las situaciones comprometidas que le habían contraído. Si todo lo hablado se hubiese publicado en aquel entonces se hubieran necesitado dos páginas del periódico. Porque el profesor José Miguel era más que un especialista, su didáctica y metodología en el aula pronto expresó en la misma forma de mantener la entrevista: respuestas pausadas, centradas y siempre dando pie a una nueva pregunta; era como un involucrarte y atraparte por su saber, por los deseos de profundizar más en una ciencia que según cómo nos la presenten se hace más o menos atractiva. Con él no sólo era más que atractiva, más y más querías saber sobre su área de conocimientos. La sencillez del profesor se situaba a nivel del maestro, en el mayor y pleno sentido de la palabra que desea que sus pupilos sen felices a su lado. Ahora ya no estás entre nosotros amigo Miguel, pues de aquella relación periodística cuajó una relación humana, de amistad. A partir de la cual se establecieron mayores lazos de relación, teniendo como espacio de encuentro principalmente el domicilio del colega periodista Losana. Las patatas al puñetazo, como preparaba exquisitamente nuestro amigo común servían para el encuentro, para continuar dialogando en sucesivas ocasiones, para continuar fortaleciendo la relación humana. Con tu muerte inesperada, justo al mes de aquella entrevista, la Universidad de Murcia pierde no sólo a un gran profesional, sino ante todo una gran persona con valores humanos hoy difíciles de encontrar. La sociedad murciana también pierde un gran científico y un profesional que ha llevado el nombre de Murcia y su Universidad más allá de las fronteras nacionales. Amigo José Miguel no te olvidamos.
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